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“DIOS NOS HA DADO A TRUMP”

Vanguardia Dossier

“DIOS NOS HA DADO A TRUMP”

XIMO ABADÍA Este es el año electoral por excelencia. Podrán votar 3.600 millones de personas en más de 70 países, casi la mitad de la población. Algunos ya lo han hecho en Rusia, India, Reino Unido, Francia o la Unión Europea. Otros lo harán. Los estadounidenses tendrán su cita con las urnas el próximo 5 de noviembre, el primer martes después del primer lunes del mes, como manda la tradición. Todas las elecciones son importantes, pero lo que pase ese día concitará toda la atención, como ha ocurrido durante de la campaña con el intento de asesinato del expresidente Donald Trump y la renuncia del candidato a la reelección, Joe Biden. Y atraerá todo el interés porque quien resulte elegido influirá en todo el mundo. Esta nueva monografía de Vanguardia Dossier radiografía los Estados Unidos que apoyan a Trump, un movimiento reaccionario con profundas raíces (Castells). Trump no tiene un votante que le defina, sino varios. Y el motor que anima y define a sus bases, que no están formadas solo por electores blancos sin estudios superiores, sino también por miembros de las comunidades de color (English) y de los hispanos (Méndez), ambos colectivos en aumento, es un profundo resentimiento contra las élites, a las que presenta como enemigos del pueblo americano (Senserrich). Apela a los instintos humanos más básicos, como la voluntad de oponerse y sobrevivir, trascendiendo barreras ideológicas (Weisbrode). Se ha creado su propio partido, que se diferencia del Partido Republicano en principios y también en organización: abraza un nacionalismo provinciano, rechaza la implicación internacional de Estados Unidos y ya no tiene establishment porque solo hay un dirigente: él mismo (Janda). Ha dado origen a la nueva derecha (Continetti) y elevado a uno de sus miembros, J.D. Vance, a candidato a la vicepresidencia. “Es una cuestión de poder”, dijo su ahora número dos sobre el intento de Trump de revertir el resultado de las elecciones que ganó Biden. Delincuente convicto, dueño de un casino, casado tres veces y adúltero que paga a sus amantes, Trump es visto como un combativo adalid en la guerra cultural contra la élite liberal –donde incluye a los medios de comunicación (White)– y laica. Por ello, y porque Trump estaba dispuesto a aprobar leyes y nombrar a jueces que privilegiaran una visión cristiana del mundo conservador –véase la sentencia del Supremo sobre el aborto, por ejemplo–, tiene el apoyo cristiano (Hibbard). Puro tribalismo político y transacionalismo básico. Una cuestión de poder, no de ideología. Así, y con fecha de junio de este año, los jueces nombrados por Trump son un tercio del Supremo, un 30% de los que están a tiempo completo del tribunal de apelaciones (más que cualquier otro presidente) y un 26% de los jueces de distrito también a tiempo completo. Negacionistas del cambio climático y partidarios del aumento de aranceles (Ashbee), una trilogía aislacionista define la relación de los Estados Unidos de Trump con el mundo: no a la inmigración, proteccionismo comercial y anti-intervencionismo en política exterior (Kandel). Trump describe un Estados Unidos disfuncional y en decadencia. Y se presenta como su redentor: “Dios nos ha dado a Trump”, proclama un vídeo de su campaña. Seguir leyendo

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